Hace un poco más de dos años asumí la dirección del equipo de mercadeo de una universidad, claro, en ese momento muchas dudas me abordaban y al mismo tiempo me encontraba en el lugar que hacía mucho tiempo había anhelado estar. Básicamente debía construir un espacio donde todas las partes se sintieran que pertenecían a algo, para que todo funcionara como lo estaba planeando. 

Tardé un poco más de un año en construir un equipo que quisiera construirse y crecer conmigo, es cierto que como líder debes coincidir con personas que estén dispuestas a crecer, aprender, equivocarse, pero sobre todo, coincidir con personas que no les de miedo sentirse humanas, porque si, cuando llegamos a lo laboral parece ser que se nos prohíbe ser débiles, llorar, sentir frustración, enojarse, estar en desacuerdo, también aparentemente no está bien visto celebrar los logros de otro, alegrarse por las victorias de tus compañeros, abrazar, sorprenderse, me inquieta, porque aparentemente debe ser un mundo donde fingimos que todo está bien, que no hay agotamiento, diferencias, desaciertos, siempre se debe estar bien puesto, conservar la postura, entre otras múltiples situaciones que te empujan a la dualidad de encajar o no hacerlo, eso sí, recuerda que en cada bando sacrificas algo. 

En mi caso, me es difícil construir un personaje que se configura según los ideales de otros, perder mi esencia, omitir mi carácter y apoyar prácticas que distan de mis creencias, entre otras, en mi caso aunque complejo, siempre seré lo que mi naturalidad me permita ser. 

Cuando al fin conté con el equipo que dentro de las necesidades del área y mi rol de líder consideré, todo empezó a marchar de acuerdo a las capacidades, competencias y afinidades de cada uno de ellas y ellos, guiar un equipo, desde mi punto de vista es saber leer los atributos de quienes se suman a él y desde allí potencializar sus habilidades, motivarlos, acompañarlos a crecer, animarlos a que siempre quieran más y al mismo tiempo encontré un grupo de personas maravillosas que crecieron conmigo y me permitieron ser, sacaron lo mejor de mi, fui vulnerable y ellos me permitieron serlo sin juzgar, con respeto y amor, también me sentía segura cuando debía expresar mis frustraciones y desaciertos, de la misma manera que celebrábamos logros, si, en plural, porque todo lo que lográbamos era porque el trabajo en equipo había dado mejores resultados que si lo hubiera hecho sola, pero sobre todo, con cada uno de ellos encontraba una relación de bienestar entre lo laboral y lo personal. 

Gracias equipo, gracias porque fueron me DREAM TEAM y siempre lo supe, gracias por las risas, los disparates, los abrazos, la dedicación en cada momento, darla toda cuando era necesario, compartir, involucrarse, gracias por también dejar ver su sensibilidad cuando algunas cosas de lo extra laboral no iba bien y sabíamos que en ese espacio teníamos una red que estaría allí para cada uno de nosotros, gracias por siempre creer en mi, por empoderarme y darme la confianza de acompañarlos en ese tiempo. 

Ellos, con quienes hubo lagrimas de dolor desde la panza cuando decidí renunciar, a pesar del amor que tenía por ese trabajo, por todo lo que había construido, pero sobre todo, por ELLOS. Si, tomé la decisión de renunciar a ese, el trabajo que soñé como les conté al inicio, me estaba consumiendo poco a poco, me desmoronaba y me desvelaba cada noche pensando ¿qué podía hacer para no sentirme así? Intenté muchas cosas, que todas fueron una respuesta a la única decisión que debía tomar, renunciar. 

Ahora me DREAM TEAM son mis amigas y amigos, mis niños, como yo les decía, gracias a ustedes por un año lleno de experiencias y cosas maravillosas. 

A Melchuguines, Joselito, Osito Polar, Negrito de mi corazón, mi Terrenitor Fav y Gaby, gracias a ustedes por ayudarme a ser la profesional y persona que hoy soy. Siempre en mi corazón.

Silvia Vera.